Introducción

En el marco de la teoría sociológica contemporánea (posterior a la segunda guerra mundial), ha sido Talcott Parsons (1961, 1967a) el primero en abordar explícitamente la tarea de constituir un marco de referencia analítico para el estudio de las sociedades modernas. A su juicio, la definición teórica de las sociedades, como novedad histórica que se inaugura con la aparición de los primeros estados - nación, debe hacerse mediante la idea de sistema social. Ello, por cierto, a través de las categorías del paradigma tetrafuncional.

Aunque no se encuentra entre sus planteamientos más discutidos, a nuestro juicio pieza clave dentro del esquema teórico de Parsons es la teoría de los medios simbólicamente generalizados. Por su intermedio, el autor intenta describir y explicar cómo se produce el movimiento conjunto de diferenciación e integración entre las unidades diferenciadas. Este planteamiento, donde la teoría de los medios se inserta en una teoría general de la sociedad moderna, ha sido continuado por dos de los sociólogos más connotados de las últimas décadas, Niklas Luhmann y Jürgen Habermas.

La hipótesis que se plantea en este artículo es que la teoría de los medios simbólicamente generalizados, desde sus inicios en la década del sesenta, hasta los usos que Luhmann y Habermas le dan a inicios de la década del noventa, puede conceptualizarse como un programa de investigación, en el sentido de I. Lakatos (1983). Para Lakatos, cuando se procede a la reconstrucción de un programa de investigación, éste puede presentar una forma progresiva o regresiva. Dos son los criterios principales que él propone para otorgar el carácter de progresividad: (a) el programa debe proveer nuevos tópicos susceptibles de investigación empírica; (b) debe, además, mostrar su utilidad con independencia del marco de referencia en el que originalmente fue desarrollado.

El curso seguido por la teoría de los medios simbólicamente generalizados cumple ambos criterios. En el período de alrededor de cuarenta años transcurridos desde su formulación original, cada uno de los tres sociólogos mencionados ha usado la teoría de los medios para sus propios intereses, integrándola a su marco de referencia analítico. Es así como Parsons habla de medios de intercambio, Luhmann de medios de comunicación y Habermas distingue entre medios de control y de comunicación. Sin embargo, sostenemos que en lo sustantivo hay una única teoría de los medios simbólicamente generalizados, pues tales cambios han mejorado la capacidad analítica con relación al problema está a su base: el estudio de las dinámicas de coordinación social más estables de las sociedades modernas (1).

Con la intención de mostrar convincentemente ese carácter progresivo, se repasarán los planteamientos de los tres sociólogos mencionados con relación a la teoría de los medios. Finalmente, se plantearán unas breves consideraciones finales sobre eventuales focos de investigación donde podría mostrarse su relevancia sociológica.

Medios de intercambio simbólicamente generalizados en Talcott Parsons

En un conjunto de artículos monográficos de la década del sesenta Parsons (1967b, 1967c) plantea tanto el marco general de la teoría de los medios simbólicamente generalizados como unas primeras definiciones de cada medio. Ello, sobre la base del paradigma de las cuatro funciones que para ese momento se encontraba ya bien establecido (2).

Los medios simbólicamente generalizados son definidos como recursos relativos a los procesos de intercambio entre los subsistemas del sistema social. Estos medios proveen al sistema la posibilidad de cumplir dos procesos distintos pero estrechamente relacionados. Por un lado, incrementar la autonomía de cada subsistema individual, lo que permite una mayor eficiencia en sus operaciones específicas, reforzando la tesis de que los procesos de diferenciación representan la tendencia evolutiva fundamental de las sociedades modernas (Parsons 1967d).

Por otro, cada medio se interpenetra con los otros, lo que tiende a la resolución del problema de la integración funcional del sistema social a través de la creación de seis subsistemas de interpenetración. Este proceso de interpenetración entre los distintos subsistemas es teorizado por Parsons como un proceso de ‘dobles-intercambios'. Sin importar cuan bien cada medio se institucionaliza al interior de un subsistema, Parsons concibe este proceso idealizadamente, como tendiendo al equilibrio en las relaciones intersistémicas. Se da así solución al problema de la relación entre fenómenos de integración y diferenciación en las sociedades modernas: se trata de una ‘integración por diferenciación'.

Conceptualmente, la teoría de los medios tiene una doble fuente: por un lado los desarrollos de la economía (y la teoría del dinero). Por el otro, la especificidad del lenguaje como conjunto de símbolos que generalizados, por lo que puede ser utilizado en distintas situaciones de interacción. Sin embargo, el propio autor ha señalado que la teoría de los medios fue desarrollada básicamente como una generalización de las propiedades del dinero (Parsons 1977a: 198-201; 1977b: 205-208). Parsons plantea entonces que el dinero no es el único lenguaje existente en el sistema social. Define un sistema de cuatro medios para el sistema social, cada uno de los cuales se relaciona directamente con un subsistema.

a) En el sistema económico, las operaciones se rigen a través del medio dinero, que como ya dijimos tiene carácter paradigmático en la generalización de las propiedades del conjunto de los medios. Ello pues la esfera de acción económica resulta el subsistema que ha logrado un mayor grado de diferenciación estructural e institucional entre los subsistemas del sistema social.

El dinero, en las instituciones que conforman el sistema económico, es el patrón que permite establecer con claridad el valor que se asigna a un bien de cualquier tipo. Las instituciones fundamentales en que se sustenta una economía monetarizada, y que son condición para el desarrollo del dinero como medio, son la propiedad, la ocupación y el contrato. El principio de valor que rige las operaciones del dinero es la utilidad, ésta es la racionalidad específica del sistema económico (Parsons 1977a: 188-9).

b) En el sistema político, el medio que se ha considerar es el poder político. Es a través de la autoridad que se institucionaliza el poder en el sistema político. En el sistema político, ésta hace las veces de equivalente funcional de la propiedad en el sistema económico. El principio de valor a partir del que se rige el funcionamiento del poder es la efectividad, o el ‘monto' de poder que se tiene a disposición. El caso límite en el uso poder es la aplicación de la fuerza física (Parsons 1961: 53-4; 1977a: 190).

El concepto parsoniano de poder remite, además, a su legitimidad con relación al carácter vinculante de las decisiones que toman los portadores del poder. La tematización del poder como medio presenta la dificultad adicional, sin embargo, de que no se dispone de una unidad de medida clara para dimensionar las cantidades de poder involucradas en una relación.

c) La influencia es el medio que dirige las operaciones al interior de la comunidad societal, encargada directa del problema de la integración social. La influencia favorece la producción de solidaridad social, el desarrollo de normas intersubjetivamente compartidas. Parsons menciona explícitamente que la estrategia comunicativa en que la influencia se sostiene es un tipo de persuasión no de tipo puramente utilitario-racional (como para el dinero) sino que debe anclarse en sentimientos, valores, cosmovisiones que han de ser compartidas por los miembros de la sociedad.

El prestigio y la confianza (en un líder de opinión, en los medios de comunicación de masas) que están inscritas en las interacciones que se realizan por intermedio de la influencia también se basan en apelaciones que no son necesariamente susceptibles de justificación racional (Parsons 1977a: 199). Parsons hace presente la paradoja de que, a pesar de su especial relevancia para la teoría sociológica, en nuestra disciplina este tema ha sido notablemente menos estudiado que el poder y el dinero, cuestión queda de manifiesto en que incluso la pertinencia del término sea discutible. (Parsons 1977b: 212) (3).

d) Los compromisos de valor son el medio que opera en el sistema fiduciario. Se trata del medio menos desarrollado por Parsons y del que además tenemos menos noticias desde un punto de vista empírico. Los compromisos de valor se refieren a la especificación de pautas valorativas que puedan llegar a ser operativas para utilizarse como criterios normativos en distintas situaciones e interacción concreta (Parsons 1977a: 190) (4).

El siguiente cuadro resume los componentes principales de los distintos medios en relación con los imperativos funcionales del sistema social.

CUADRO 1. Los medios de intercambio y sus principales categorías estructurales (5).

Imperativos Funcionales del Sistema Social

Medio de Intercambio


Principio de Valor

Modo de Comunicación

Patrón de Coordinación

Fondos de Garantía

Adaptación (Sistema Económico)

Dinero

Utilidad

Inducción (estímulo)

Solvencia

Oro

Logro de Metas (Sistema Político)

Poder

Efectividad

Intimidación (Dominio)

Soberanía

Medios de Coerción (Fuerza Física)

Integración (Comunidad Societal)

Influencia

Solidaridad

Persuasión

Consenso

Tradiciones Culturales y Formas de Vida Sociales

Mantención de Pautas (Sistema Fiduciario)

Compromisos de Valor

Integridad

Apelación Moral (Activación de Acuerdos)

Consistencia

Valores  Internalizados, Sanciones Internas (Culpa)

 

Podemos mencionar las propiedades fundamentales que Parsons asigna al sistema de medios (Münch 1994: 47 - 58). Es a través de la discusión de este conjunto de propiedades en que esperamos mostrar, en adelante, el carácter progresivo del desarrollo de la teoría.

1. Carácter simbólico. Esta es la fuente conceptual básica de la teoría de los medios, pues además del lenguaje, el análisis del valor de cambio del dinero, proveniente de la teoría económica, sirve de modelo respecto de su utilidad simbólica. (Parsons 1977b: 206)

2. Generalización. Esta propiedad es posible sólo a partir de la dimensión simbólica. La generalización hace que los medios puedan representar multiplicidad objetos en las distintas situaciones de interacción por ellos mediadas.

3. Adquisición regulada por normas. Para cada medio existe un conjunto de normas que regulan sus operaciones. Como contrapartida de su carácter generalizado, su uso está anclado institucionalmente. Se habla, entonces, de una doble especificidad de los medios: (i) de sentido, pues el carácter simbólico tiene límites que se encuentran determinados por las normas que rigen su comportamiento y (ii) de eficiencia, pues tanto en los procesos de evaluación como de intercambio en que los medios participan existen límites que también vienen delimitados a través de normas. En el caso del dinero, por ejemplo, si bien hay muchos intercambios que pueden ser mediados por él, hay otras numerosas relaciones sociales que no. El 'código' de cada medio representa justamente aquel mecanismo institucional que hace funcionalmente adecuadas las operaciones del medio en determinado contexto.

4. Circulabilidad. Por una parte los medios pueden circular entre los actores al interior del subsistema; por otro, pueden circular más allá de los límites del sistema. Esta segunda característica es especialmente relevante entender como se producen los intercambios entre los subsistemas de interpenetración.

5. Escasez. Al interior de cada subsistema, las normas que regulan la adquisición del medio hacen de él un bien escaso. Su alto rendimiento sintético se encuentra relacionado justamente con su condición de escasez, a la vez que pone restricciones a las dinámicas de circulabilidad.

6. No tienen condición de suma cero. No hay un monto fijo de cada medio, ni en cada subsistema ni en el sistema social en su conjunto. Cada medio puede sufrir tanto procesos de inflación como deflación, vinculados a la credibilidad y efectividad social de su desempeño. Los medios, por tanto, pueden aumentar y/o disminuir su valor social, lo que hace que en los procesos de circulación el aumento de la posesión individual de un medio no determine una pérdida semejante en otro actor. (Giddens 1995)

7. Valor guía. Cada subsistema tiene un principio de valor que orienta su funcionamiento. En una terminología más contemporánea, podemos decir que cada subsistema tiene una racionalidad propia, complementaria a la de los otros medios y subsistemas.

8. Son un logro evolutivo de la modernidad. Sólo las sociedades modernas institucionalizan las condiciones que hacen posible la aparición y funcionamiento de los medios. En ese sentido, la necesidad de medios de intercambio generalizados es una función del grado de diferenciación de las estructuras sociales (Almaraz 1981: 504). Los medios son el resultado, la consecuencia, del proceso de diferenciación. Vienen a potenciar e institucionalizar el proceso de diferenciación de las estructuras sociales.

Parsons es consciente de que las propiedades enunciadas resultan más convincentes para el dinero que para el conjunto de medios. Baum (1977) ha señalado que ello se debe a que se trata de modelo en desarrollo, lo que coincide con nuestra hipótesis sobre la existencia de un programa de investigación. No obstante, procuraremos mostrar que ello responde fundamentalmente a la unilateralidad del planteamiento parsoniano, que sobredetermina la importancia del dinero como medio prototipo.

Niklas Luhmann y la teoría de los medios de comunicación simbólicamente generalizados  (6).

Luhmann define las sociedades modernas como funcionalmente diferenciadas. Por ello entiende que su reproducción pasa a estar constituida por comunicaciones que remiten a funciones especiales, desempeñadas por distintos subsistemas, abordadas desde un nivel societal y sin primacía de unas por sobre otras. Lo central pasa a ser el desempeño eficiente de las distintas funciones (Luhmann 1998b: 79).

La especialización funcional hace a los subsistemas desiguales en lo que refiere a la  resolución de problemas societales. Luhmann describe este proceso como incrementos tanto de la independencia en el funcionamiento de los sistemas, como de su interdependencia. En el primer caso, lo que sucede es que la alta especialización sistémica obliga a cada subsistema a 'obviar' el funcionamiento de los otros, que se le aparecen como entorno. La creciente autonomía de los subsistemas los hace 'insensibles' a lo que sucede en su exterior. La interdependencia, por el contrario, especifica que la alta especialización funcional se sostiene en una ‘confianza' implícita en que los otros subsistemas están realizando bien su tarea y que lo seguirán haciendo, por lo que llegado el caso se podrá contar efectivamente con los recursos que de ellos se necesitan. La génesis de los problemas se separa de su solución, que ha de ser llevada a cabo por aquel subsistema que se encuentra en mejores condiciones de resolverlo. 

Asociado al intento por hacer frente a la creciente improbabilidad de la comunicación, la sociedad desarrolla estrategias a través de las cuáles mejorar tales posibilidades de éxito. La formación de medios simbólicamente generalizados es justamente una estrategia que permite transformar lo improbable en probable. Para el caso de los sistemas sociales, favorecer las posibilidades de éxito comunicativo: una comunicación que continúa garantiza la autopoiesis del sistema. Los medios de comunicación simbólicamente generalizados son justamente estructuras sistémicas que se orientan en la dirección de favorecer determinados cursos de comunicación -y acción- por sobre otros.

Evolutivamente hablando, Luhmann reconoce tres clases de medios. El primero y más simple es el lenguaje. Caracterizado por el uso de símbolos, tiene sus límites en que Ego y Alter interactúen cara a cara, por lo que tiene una baja capacidad de reducir complejidad. El segundo, son los medios de comunicación o difusión: la escritura, la impresión y las telecomunicaciones. La principal característica de estos medios es que expanden de forma importante las posibilidades de comunicación, a través del perfeccionamiento de nuevas tecnologías, lo que tiende al desanclaje de la comunicación de contextos co-presenciales.

Finalmente, y ello caracterizaría el advenimiento de la modernidad, aparecen los medios de comunicación simbólicamente generalizados, que se estructuran con miras a la formación de subsistemas funcionales. Ellos hacen a la vez más improbable y eficiente el manejo de la complejidad y contingencia. Luhmann atribuye de modo preferente cada uno de estos medios a un estadio de la evolución societal: el lenguaje se correspondería con las sociedades segmentadas, los medios de difusión con las sociedades estratificadas y los medios simbólicamente generalizados con las sociedades funcionalmente diferenciadas (Luhmann 1991: 170-175).

La evolución tanto de los principios de constitución sistémica (segmentación estratificación y diferenciación funcional) como de los medios respectivos (lenguaje, medios de difusión y medios simbólicamente generalizados) no implican la desaparición de las formas sociales características del estilo anterior. De lo que se trata más bien es de un cambio en el principio rector de la diferenciación. Por ejemplo, nadie discute la importancia que hoy presentan los medios de comunicación de masas en nuestras sociedades, no obstante no serían ellos los encargados de hacer frente a los problemas evolutivos de primera importancia. Estos fenómenos, no obstante prerrequisitos de la diferenciación funcional de la sociedad, ya no representan las estructuras características a través de los que sistemas procesan su complejidad.

Luhmann sostiene que las sucesivas formas de diferenciación sistémica son antes el resultado que la causa del surgimiento de los medios (Luhmann 1977: 518 - 20). La tesis de Parsons es que la aparición de los medios viene después de la diferenciación sistémica, lo que ahora queda invertido al sostener que la relación fundamental es entre los medios y el problema de la contingencia: la diferenciación sistémica es el resultado en que se resuelve evolutivamente ese proceso. La diferenciación es ahora resultado de la especialización funcional que los medios ya han inducido; y no la condición que la hace posible. Hubo alguna clase de medios, como ya dijimos, con anterioridad a la modernidad, hipótesis opuesta al planteamiento parsoniano que sólo puede concebir medios con su advenimiento.

La teoría de los medios simbólicamente generalizados alcanza así autonomía respecto de la formulación parsoniana, pues se desvincula del problema de los intercambios intersistémicos pasando a hacer referencia a la inducción de los procesos comunicativos en que se lleva a cabo la reproducción del sistema societal: se pasa de una teoría de los medios de intercambio a una teoría de los medios de comunicación. Con ello, el dinero comienza tímidamente a perder estatus prioritario como referente a partir del cual derivar las propiedades del conjunto de medios, tomando ese rol los procesos comunicativos (7). Las diferencias entre Parsons y Luhmann pueden señalarse a partir de tres tópicos que describen claramente el cambio de énfasis que estamos señalando.

a) Los códigos ya no deben entenderse como códigos simbólicos, sino como disyunciones. El problema de la aceptación de la selectividad que el medio ofrece, en función de la integración valórica sugerida por Parsons, se reduce a motivación individual a través de los conceptos de internalización y socialización. Luhmann sostiene que es necesario incluir en la propia estructura del medio esas motivaciones selectivas. Ello sólo se lograría, a su juicio, entendiendo los códigos como disyunciones (de modo binario) y no en perspectiva lingüística. La motivación a la aceptación de las selecciones que los medios inducen, no clausura la libertad de la selección en la medida en que siempre queda abierta la posibilidad de la negación. Entender así los códigos permite simplificar al máximo las opciones que pueden seleccionarse -son sólo dos, una positiva y una negativa-favoreciendo el curso de una determinada secuencia comunicativa.

b) Paso de la idea de intercambio a la de comunicación. Parsons transfiere su modelo de la doble contingencia desde un plano microsociológico a uno macrosociológico (dobles intercambios), donde lo que pasa a estar en juego es el estado de la diferenciación sistémica. El paso a la idea de comunicación refiere a dos cuestiones. Por un lado, a la centralidad que Luhmann le entrega a la comunicación como elemento fundante de lo social, pues es el único elemento que cumple las condiciones para llevar a cabo la autopoiesis del sistema. Por otro, ese giro intenta especificar que entre los subsistemas regidos por medios no se ‘intercambian' bienes o decisiones, sino que sus relaciones deben entenderse como formas complementarias de reducción de complejidad. Con ello, tampoco es ya necesario suponer una reciprocidad plena entre los subsistemas, lo que permite concebir una institucionalización distinta entre los subsistemas, algunos pueden encontrarse más y/o mejor diferenciados.

c) Se debe renunciar al deduccionismo proveniente de la analítica parsoniana y dejar que la teoría de los medios siga un curso propio. Es necesario deshacerse del esquema de medios de Parsons, en tanto resultado del paradigma de las cuatro funciones El poner como punto de partida las consecuencias de los incrementos de contingencia hace imposible mantener una analítica que deduce la existencia de tales o cuales medios en función de un esquema preconcebido. Por el contrario, debiera hacer de la determinación del proceso de diferenciación y de los medios asociados a los distintos subsistemas una cuestión a estudiar empíricamente, por ejemplo, como investigaciones históricas referidas al desarrollo de instituciones específicas.

Podemos, finalmente, señalar algunas de las especificidades de la versión luhmaniana de la teoría de los medios

1. Los medios se distinguen por su capacidad de codificar preferencias y por tanto inducir la realización de determinadas selecciones.

2. Los códigos con que operan los medios, son útiles en tanto estructuras extremadamente simples -disyunciones- de elaboración de información y motivación para la aceptación de las selecciones. La opción ‘sí' señala el valor socialmente esperado del medio (pagar, verdad, justicia). La opción ‘no' (no pagar, no verdadero, injusto) subraya el momento de la reflexión, al remarcar la contingencia de lo positivo. A partir de este esquematismo, los medios desarrollan tanto códigos accesorios, menos abstractos que el código de base, como programas, estrategias que dan sentido empírico específico a los medios (Luhmann 1998c).

3. Los medios producen paradojas, es decir, el medio no puede aplicar sus distinciones a sí mismo. La distinción legal / no legal, por ejemplo, no puede por sí misma fundamentar la legalidad de sus operaciones. No obstante, la autopoiesis del sistema no se detiene frente a la paradoja, pues a través de los programas el sistema resuelve internamente la forma de seguir operando.

4. Los medios tienen también una dimensión simbiótica u orgánica, es decir, el hecho de que Ego y Alter comparten un mundo orgánico y físico que les es común. Luhmann señala, como hipótesis, que parte del éxito evolutivo de algunos medios por sobre otros (su mayor institucionalización) depende justamente de las posibilidades de control y utilización de esas capacidades orgánicas con relación a la dimensión simbólica del medio en cuestión (Luhmann 1991: 250-7).

5. La autorreferencia de las operaciones de los subsistemas se relaciona a que los medios no pueden ya circular entre ellos, tampoco como procesos de intercambios recíprocos (inputs / outputs). El dinero no se intercambia (comunica) por el amor. Lo que sí se produce es que se favorecen determinadas selecciones que en caso de producirse deben ser finalmente disimuladas (casarse por dinero). En todo caso, los códigos con que opera cada medio nunca se diluyen en otro. (Luhmann 1998d: 120-1). Esta propiedad se relaciona con los conceptos de autopoiesis e interpenetración, en el sentido que sólo los componentes del sistema político pueden producir poder político y la complejidad reducida por el sistema económico como dinero sólo puede ser apropiada por aquel como poder. La interpenetración de los medios se torna en este sentido una estrategia que refuerza la autopoiesis del sistema de referencia.

Dos son los aspectos a destacar de esta presentación. Por un lado el hecho de que el dinero ha perdido el monopolio a partir del cual se derivan las propiedades del conjunto de medios. El paso de la idea de intercambio a la de comunicación es la señal indudable de que el lenguaje va ganando espacio al interior de la teoría. Por otro, al abandonar el esquematismo del modelo tetrafuncional de Parsons, Luhmann puede ampliar el número de medios existentes, a la vez que diferenciar entre grados de institucionalización para cada medio.

La crítica de Habermas a la teoría de los medios. ¿Puede el lenguaje entenderse como medio?

La teoría de la sociedad de Habermas ha sido denominada como una teoría en dos niveles. La distinción entre ‘sistema' y ‘mundo de la vida' refiere a cómo se resuelve la integración en una sociedad moderna, en sus palabras, el problema de la coordinación de las acciones.

Habermas señala que la integración en una sociedad moderna no es sólo integración social, no se produce exclusivamente mediante interacciones orientadas al entendimiento. Los participantes en una interacción se coordinan también a través de las cadenas causales que sus acciones implican y de las que no tienen pleno control, ni conciencia, en su vida cotidiana. Ello es lo que denomina integración sistémica. Hay determinadas coacciones, producidas por las exigencias de los sistemas funcionales que permean en el mundo de la vida y que resultan imperceptibles para los actores.

A su juicio, la sociología actual dispone de la teoría de la acción para estudiar los procesos de integración social, y de la teoría de sistemas como perspectiva para teorizar los procesos de integración sistémica. El mercado es, en una sociedad capitalista, el plexo de acción característico en que la coordinación de las acciones no viene garantizada por la orientación del actor hacia el entendimiento, sino mediante el entrelazamiento funcional de las consecuencias de la acción. El problema de la integración de la sociedad debe, por tanto, considerar tanto las dinámicas de los sistemas de acción racional con arreglo a fines -institucionalizadas como sistemas funcionales- como la reproducción del mundo de la vida, que a través de la acción comunicativa se institucionaliza como socialización, integración social y reproducción cultural.

El argumento de la diferenciación de distintas estrategias de coordinación de las acciones es justamente el eje central para comprender la forma en que Habermas utiliza la teoría de los medios simbólicamente generalizados. Si las acciones quedan coordinadas en ámbitos que escapan al control de los actores involucrados, es decir, si tal coordinación viene predefinida a partir de las exigencias de determinados sistemas funcionales, entonces esa coordinación dice relación con una motivación empírica, relativa al logro que representa para el actor la obtención de sus fines.

Sin embargo, existiría un determinado tipo de relaciones sociales que nunca quedan completamente desligadas de la voluntad que los actores involucrados tengan para llegar a un acuerdo. En tales casos, la motivación en que se funda la coordinación de la acción no es ya empírica, sino racional -una racionalidad comunicativa- se trata de una cooperación basada en el libre consentimiento. La racionalización del mundo de la vida debe ser entendida, por tanto, como incrementos sistemáticos de las posibilidades de hacer una apropiación reflexiva de su reproducción simbólica.

Es así que Habermas se apropia de la conceptualización parsoniana del dinero como medio paradigmático y, definiéndolo como un medio de control, rechaza la sobregeneralización que representaría la conceptualización como medios de la influencia y los acuerdos valorativos, afirmando que se encuentran estructuralmente ligados al entendimiento lingüístico, es decir, a la reproducción simbólica del mundo de la vida. Sería necesario asumir que no todos los medios descritos por Parsons serían de la misma naturaleza. Si los medios son mecanismos donde se descargan las presiones a que está sometido el entendimiento lingüístico en sociedades altamente complejas, entonces los medios o bien condensan o bien sustituyen las formaciones de consenso lingüístico. Los medios que sustituyen las formas de consenso lingüístico (el dinero y el poder, denominados medios de control) implican una progresiva desconexión con el mundo de la vida. Este se hace prescindible como marco de sentido de las orientaciones de la acción. Los subsistemas (la economía, la política) que se rigen por tales principios se relacionan con el mundo de la vida como entorno.

Por el contrario, los medios que sólo condensan el logro de un consenso lingüístico (la influencia y los compromisos de valor, denominados medios de comunicación) permanecen siempre directamente conectados con la reproducción del mundo de la vida, en tanto requieren la orientación del actor al entendimiento. A lo sumo, su forma de operación podría ser interpretada como medio, pues no existen instituciones análogas al contrato y la propiedad para ellos. Habermas describe el fenómeno dando cuenta de lo que a su juicio son los resultados paradójicos de los procesos de racionalización social:

"las interacciones regidas por medios pueden formar en el espacio y en el tiempo redes cada vez más complejas, sin que tales concatenaciones comunicativas se puedan mantener presentes en conjunto ni sean atribuibles a la responsabilidad de nadie, ni siquiera en forma de un saber cultural colectivamente compartido. Si la capacidad de responder de las propias acciones significa que uno puede orientar su acción por pretensiones de validez susceptibles de crítica, entonces una coordinación de la acción descolgada de todo consenso alcanzado comunicativamente ya no necesita de participantes capaces de responder de sus actos en el sentido indicado. Esta es una cara del asunto. La otra es que esta exoneración de la interacción respecto de la necesidad de tomar posturas de afirmación o negación frente a pretensiones de validez susceptibles de crítica que los propios actores plantean suponiéndose los unos a los otros capaces de plantearlas y de responder de ellas, amplía también los grados de libertad de la acción orientada el éxito." (Habermas 1989, II: 376-7)

Habermas pasa a preguntarse si efectivamente existen algunas propiedades estructurales que derivables del dinero, sean generalizables al conjunto de los medios. Sostiene que los problemas de la deducción que se hace a partir del dinero lejos de ser contingentes son sistemáticos, pues al tomarlo como base, la estructura de las interacciones por él regidas sólo permite la formación de sistemas de acción donde prima la forma estratégica de obtención del consenso. No se trataría de un problema empírico asociado al hecho de que el dinero es el medio que mejor se ha institucionalizado en su sistema de referencia, sino de un error analítico. A partir de la distinción entre una forma comunicativa y una forma estratégica de coordinación de las acciones, Habermas (1989, II: 377 - 382) realiza una evaluación de las propiedades generales del sistema de medios parsoniano.

a) Propiedad estructural. El carácter simbólico y generalizado de los medios tiene como consecuencia que la forma de coordinación de las acciones no puede basarse en una toma de postura afirmativa frente pretensiones de validez susceptibles de crítica, sino de un consenso que viene predefinido por exigencias funcionales. Habermas restringe de ese modo los contextos posibles de operación de los medios. Del actor se espera una actitud objetivante y una orientación racional en función de las consecuencias de la acción, por lo que las interacciones regidas por medios pierden capacidad vinculante en el mundo social, no obstante ganan en grados de libertad, en eficiencia.

b) Propiedad Cuantitativa. Los medios pueden medirse, acumularse y enajenarse. Deben encarnar cantidades mensurables de valor, a las que pueden referirse los actores con independencia de contextos particulares de interacción. A diferencia de lo que sucede con las emisiones lingüísticas, que no son bienes privados asignables a ningún actor individual, los medios deben poder adjudicarse en exclusiva, en cantidades variables, a actores específicos.

c) Propiedad ‘pretensión de validez / desempeño de la pretensión'. Los medios como el dinero requieren de una confianza en sus operaciones que debe venir avalada institucionalmente, mediante la propiedad y el contrato, por ejemplo. Por el contrario, la confianza que tenemos en el lenguaje ordinario viene avalada por la dinámica propia de la reproducción simbólica del mundo de la vida, no requiere de instituciones adicionales. Del mismo, el lenguaje desarrolla una fuerza racionalmente motivante en función de razones que eventualmente pueden ser esgrimidas; el dinero, por el contrario, adquiere una fuerza empíricamente motivante en función de su respaldo en el patrón oro.

d) Propiedad de generación de estructuras sistémicas. El surgimiento del medio dinero es el gran elemento catalizador de la diferenciación de la economía, como sistema diferenciado, al surgir estructuras sociales que crecientemente se ponen bajo control monetario. El surgimiento del dinero como medio del sistema económico, a juicio de Habermas no garantiza el surgimiento de medios análogos en otros subsistemas. Sostiene que es un supuesto muy problemático pensar que los intercambios entre el sistema económico y otros subsistemas deban ser entendidos necesariamente como ‘intercambios dobles' y recíprocos (8).

La discusión planteada hasta ahora puede resumirse en el siguiente cuadro.

CUADRO 2. Los medios simbólicamente generalizados en el marco de una teoría de la sociedad en dos niveles.

Medios

Dinámica de coordinación de las acciones

Actitud del actor

Tipo de motivación

Relación con el lenguaje ordinario

Forma de reproducción social en la que participa

DINERO, PODER

Estratégica.

Entrelazamiento funcional de las consecuencias

Orientada al Éxito

Empírica

Sustituye

Reproducción material de los Sistemas. Integración sistémica

INFLUENCIA, COMPROMISOS DE VALOR

Comunicativa.

Orientación del actor para alcanzar un entendimiento comunicativo

Orientada al Entendimiento

Racional

Condensa

Reproducción simbólica del Mundo de la Vida.

Integración social

 

La crítica de Habermas a la teoría parsoniana de los medios se sostiene en lo problemático que resulta derivar un conjunto de propiedades utilizando sólo el dinero como medio fundamental. Habermas ha mostrado las inadecuaciones que se derivan de la fusión dos dinámicas de coordinación social irreductibles entre sí. No obstante, en ese mismo trabajo Habermas enuncia una estrategia alternativa para entender la teoría de los medios que, aunque dice parecerle plausible, no desarrolla: utilizar el lenguaje como el medio paradigmático y estudiar los restantes medios (incluido el dinero) a partir de éste (9).

Como corolario de su discusión sobre la teoría parsoniana de los medios, Habermas muestra que incluso la comparación entre el dinero y el poder resulta problemática. El poder requiere de un anclaje institucional distinto que el dinero en el mundo de la vida, pues supone una base de confianza adicional, el de un uso legítimo, lo que en las sociedades modernas se semantiza a través de la referencia al interés general. Más aún, como el supuesto en que se basa toda teorización sobre el dinero es que el intercambio que se efectúa por su intermedio es entre bienes y/o servicios de igual valor, la relación social que se establece no va sistemáticamente en detrimento de ninguno de los involucrados. El caso del poder es distinto, pues justamente la posibilidad de aplicación del poder se basa en el uso de la fuerza, es decir, en que uno de los involucrados pueda resultar disminuido en la relación. El poder se encuentra, entonces, más cercano que el dinero a las estrategias lingüísticas de formación de consenso.

Aparece aquí una segunda línea argumental que Habermas utiliza para criticar la teoría parsoniana de los medios. Consiste en la apelación a consecuencias negativas que el negarse a continuar la interacción en el sentido sugerido trae consigo (10). Habermas sostiene que el concepto de sanción no puede utilizarse si de lo que se trata es de formas de coordinación de las acciones basadas en la posibilidad de ser argumentadas a través de pretensiones de validez susceptibles de crítica. Sólo la utilización del lenguaje como referente permite hacer claridad sobre lo inapropiado de la comparación.

Podemos dar aún un paso más. Como critica T. McCarthy (1992: 173-185), Habermas (1989, II) utiliza la idea de 'sistema político' como análoga a 'sistema administrativo - burocrático', concediendo con ello la posibilidad de concebir la actividad política como un asunto centrado en la resolución de problemas técnicos, alejada de las cuestiones normativas. En un trabajo posterior, Habermas (1996: 428-434) plantea explícitamente que no es posible concebir sin más al sistema político como sistema de acción racional con arreglo a fines, optando por ‘abrir' en dos el sistema político. Por una parte estaría el ya mencionado 'sistema administrativo - burocrático' que rige sus operaciones ya no por el medio que representa el ‘poder político' sino por un 'poder administrativo', altamente tecnificado y regulado por procedimientos legales, es decir, un medio de control. Por otro lado, el sistema político propiamente tal estaría vinculado al cautelamiento de los derechos fundamentales, a través de su implementación como Estado de Derecho. Habermas señala que es un medio el que rige las operaciones de este ‘subsistema'; aparece un 'poder comunicativo' que manteniendo las características de eficiencia de los medios, se vincula directamente con el sustrato normativo que tiene el mundo de la vida.

En ese mismo trabajo, Habermas da todavía otro paso con relación al uso del lenguaje en desmedro del dinero como eje de la utilización de la teoría de los medios. Ha planteado la pregunta respecto si es posible concebir un 'metamedio',  algún medio que permita llevar a un trasfondo común los lenguajes funcionalmente especializados que los medios representan. La función de un medio de este tipo sería justamente desarrollar la habilidad de hacer compatibles, de traducir, los códigos de los distintos medios. El autor ha propuesto que el lenguaje ordinario y el derecho serían tales 'metamedios' en la medida que el lenguaje ordinario sirve como trasfondo a toda comunicación y que el derecho, normativamente anclado al mundo de la vida a través de los derechos humanos, es capaz de permear en la dinámica de los sistemas autorregulados. El autor sostiene que la diferenciación funcional produce una integración a escala superior, donde tiene sentido la hipótesis de un metamedio que regula las comunicaciones de los lenguajes especializados.

Desde el punto de vista de la construcción de la teoría, y aún reconociendo la doble fuente de la que surge la teoría de los medios (el dinero y el lenguaje), Habermas sólo considera medios en sentido estricto a los medios de control (dinero y poder ‘administrativo'). Sin embargo, cuando se trata de utilizar la teoría de los medios como parte de su propia propuesta teórica, Habermas abre espacio al lenguaje y concibe consistentemente como medios a otros diferentes incluso a los propuestos por Parsons (y Luhmann). Parece haberse producido una modificación si bien implícita, de gran envergadura: utilizar la teoría de los medios tomando como referente también al lenguaje y no sólo al dinero. Si ello es así, podemos interpretar que la formulación parsoniana sucumbe a la tentación de utilizar la alta formalización que ofrece la economía y a la alta institucionalización que presenta el sistema económico, pero que es posible pensar en un desarrollo en una dirección distinta de la teoría de los medios, en tanto se utilice también al lenguaje como matriz para la comparación. Ello es lo que Habermas al parecer ha venido haciendo, aunque no haya dado señales de hacerlo explícito.

Consideraciones Finales

La argumentación hasta aquí expuesta permite establecer la creciente vinculación de la teoría de los medios a procesos comunicativos (ya sea selectivos o interpretativos), por sobre la concepción original ligada más bien a los intercambios. Distinguir entre medios cuyas propiedades son derivables a partir del dinero (Parsons) y medios cuyas propiedades serían derivables a partir de la comunicación y el lenguaje (Luhmann y Habermas) redunda en definitiva en una ampliación de la utilidad heurística de la teoría. Ello nos conecta con los dos requisitos que nos permitirían, con Lakatos, hablar de un programa progresivo de investigación. Por un lado, la teoría de los medios se va autonomizando del marco de referencia teórico que le sirve de base (la teoría de sistemas); a la vez que surgen nuevos ámbitos que pueden ser teorizados por su intermedio (por ejemplo, la distinción entre una forma consensual y otra estratégica de coordinación de las acciones).

Más allá de las diferencias que encontramos entre los tres planteamientos revisados, sostenemos que en lo sustantivo estamos en presencia de una única teoría de los medios simbólicamente generalizados, que en el curso de cuarenta años ha mostrado un carácter progresivo como programa de investigación. Lo que la teoría de los medios ofrece es una estrategia conceptual consistente, a partir de la cual intentar estudiar las dinámicas de coordinación social más estables de las sociedades modernas. Sólo a modo ilustrativo, se proponen finalmente algunos tópicos de investigación sociológica explorables desde la perspectiva de la teoría de los medios.

1. Discusiones recientes sobre los procesos de globalización tienden a la necesidad de revisar la analogía entre sociedad (como concepto teórico) y estado-nación (como fenómeno empírico). Si bien durante casi ciento cincuenta años tal relación pudo considerarse como pertinente, un concepto sociológico de sociedad debe replantear su vinculación a un referente geográfico (Beck, 2000). Como lo señala Luhmann (1977), desde un punto de vista teórico tal referente sólo puede constituirlo la sociedad mundial.

Las consecuencias locales de las fluctuaciones mundiales del capitalismo; el crecimiento sistemático del comercio internacional; la preocupación por las condiciones de competitividad internacional de las economías nacionales o regionales; la masificación de la democracia (al menos en su dimensión formal) como régimen de gobierno; la creciente aceptación de la convención universal de los derechos humanos como marco regulatorio que prevalece sobre las legislaciones nacionales; los flujos de información que se mueven a través de Internet y de los medios de comunicación de masas en general; la movilidad internacional de los científicos y sus descubrimientos, entre tantos otros, son fenómenos en que si bien los estados tienen la posibilidad influir, se encuentran bastante lejos de poder controlar individualmente.

Más que 'enterrar' a los estados-nación como posibles categorías de análisis, se trata de abrir nuevas perspectivas para intentar determinar cuáles son y qué consecuencias tienen en la población los principales problemas sociales de nuestro tiempo (Chernillo, 2002). La teoría de los medios puede ayudar a distinguir la especificidad de las tensiones a que están sometidos los estados-nación, así como que hoy algunos de los procesos de integración social y sistémica que los estados viven no se resuelven al interior de sus fronteras.

2. La teoría de los medios puede permitir avanzar en una determinación históricamente más precisa del recorrido en que se produce la diferenciación social de las sociedades modernas, a través del estudio de los procesos de diferenciación de medios en las distintas regiones del globo. En esa línea, por ejemplo, Larraín (1997, 2000) ha hablado de ‘trayectorias diferenciadas' de la modernidad, o Beriain (2002) de modernidades múltiples, tesis que podría reforzarse a partir de planteamientos como el aquí expuesto.

Siguiendo a Mouzelis (1999), con ello se podría avanzar en un acercamiento no-eurocéntrico al desarrollo histórico de la modernidad en zonas distintas a Europa occidental. Ello debiera permitir mediar en el debate entre posiciones universalistas y particularistas respecto de la naturaleza de las instituciones y procesos que caracterizan a las sociedades modernas. Más allá del carácter neo-evolucionista de los tres planteamientos revisados (Roth 1981), la modernidad puede ser entendida como un fenómeno de alcance universal, pero no por ello necesario o unívoco.

3. No es posible ya determinar un "centro" de la sociedad. Se asume que ni la política (poder), ni la economía (dinero), ni la ciencia (verdad) pueden esgrimir, por sí solas, una posición privilegiada ni en lo que respecta a la reproducción social, ni al desarrollo de esquemas observacionales para describirla. Sólo el sistema de medios en conjunto representa las múltiples semánticas en las que la sociedad moderna se autorreproduce. Lo que la teoría de los medios simbólicamente generalizados hace es determinar las múltiples lógicas (racionalidades) que conviven en una sociedad, sus relaciones, equilibrios y desequilibrios. Ello permite además dejar abierta la puerta para la determinación del desarrollo de nuevos medios.

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Notas.

(*) Desde 1997, mi trabajo sobre la teoría de los medios simbólicamente generalizados se ha visto beneficiado por los aportes, comentarios y críticas de: Omar Aguilar, Marcelo Arnold, Mauro Basaure, Robert Fine, Andrés Haye, Paula Mena, Juan E. Opazo, Marcus Taylor, y los alumnos del seminario "Teorías de la Diferenciación Social" dictado en el Departamento de Sociología de la Universidad de Chile durante el segundo semestre de 1999. A todos ellos, muchas gracias.

1) En este trabajo entenderemos los conceptos de ‘sociedad moderna' o ‘sociedad diferenciada' como sinónimos.

2) Posteriormente, Parsons generaliza la teoría de los medios al ‘sistema general de la acción' y a la ‘condición humana'. Nosotros nos referiremos sólo a los medios del sistema social, pues: (a) para el estudio de las dinámicas de coordinación social, son estos los medios especialmente importantes y; (b) Luhmann y Habermas hacen referencia sólo a ellos.

3) En razón de su especial relevancia para el problema de la integración social, sobre el concepto de influencia ver Lidz (1991) y Cohen y Arato (1992: 138).

4) A pesar de la ‘ortodoxia' con que R. Münch (1987: 62) se apropia del trabajo parsoniano, uno de los ámbitos donde propone mayores modificaciones es en el tratamiento de la influencia y de los compromisos de valor como medios simbólicamente generalizados, a la vez que propone invertir su orden al interior de las jerarquías cibernéticas.

5) Este cuadro está basado en Baum (1977: 467) y Habermas (1989, II: 391).

6) El orden de la exposición responde estrictamente a un criterio cronológico: los artículos de Luhmann utilizados cubren cerca de diez años, desde mediados de los setenta a mediados de los ochenta; en tanto que los trabajos de Habermas cubren la década (imaginaria) que va desde 1981, con la publicación de "Teoría de la Acción Comunicativa" hasta 1992.

7) El análisis luhmaniano de la obra de Parsons resulta también aquí una radicalización del paradigma sistémico para el análisis de los fenómenos sociales.

8) Habermas al igual que Luhmann invierte la tesis de Parsons respecto que los medios son el resultado de la diferenciación funcional.

9) Siguiendo la crítica que al interior de la tradición parsoniana realiza V. Lidz, Habermas (1989, II: 372) argumenta que la ambigüedad de la posición del lenguaje en el marco de los subsistemas funcionales impide a Parsons usarlo como medio paradigmático.

10) Además del poder, los compromisos de valor también apelan a una sanción, en ese caso, social. Ver Cuadro 1.