Modelos para la definición de la pobreza (*)

Este trabajo está obligado a comenzar con una pregunta: ¿qué es la pobreza? La pobreza es un fenómeno intersubjetivo, nunca ha sido una cosa concreta y mucho menos estática, se le ha concebido y definido de diferentes maneras a lo largo de su historia dependiendo de los contextos.

Entre las disciplinas que destacan por su interés en definir a la pobreza están la economía y la sociología, aunque la antropología también se ha ocupado de su estudio en un ámbito más cualitativo, etnográfico, y ha tratado de complejizarla más. La pobreza ha constituido uno de los principales temas sociales de interés en el mundo moderno, y posmoderno, y se han buscado formas de acción para "solucionarla" (se ha vuelto un problema), desde la modificación, ya sea, de algunos mecanismos políticos en los sistemas sociales o, recientemente, de la dinámica de comercialización en muchos países. Tradicionalmente esta tarea se ha concedido a la política económica así como a la sociología. Una divergencia sigue latente en cuanto a las formas de mirar al mundo, una cualitativa, subjetiva, compleja y otra cuantitativa, más lineal y objetivista.

Desde la economía y, a veces, la sociología el principal problema en la investigación de la pobreza es más de carácter cuantitativo, es decir, la medición, de la cual (desde este punto de vista) dependería su definición:

(...) desde un punto de vista puramente económico y pragmático, la pobreza limita el fortalecimiento del mercado interno y obstaculiza el desarrollo económico con igualdad de oportunidades para todos.

De ahí que una tarea fundamental para el desarrollo económico, político y social de los países sea, precisamente, cuantificar y determinar la magnitud de la incidencia y la intensidad de la pobreza. (Hernández, 2001:861)

Desde esta visión se hace presente una interpretación de la pobreza como una causa de limitación y obstaculización del desarrollo económico, y en esa lógica se buscan métodos de investigación para caracterizarla, y así emprender programas mejorados de "combate a la pobreza". Así han surgido esfuerzos mundiales para elaborar métodos en la medición de la pobreza como son el de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), el de la Línea de Pobreza (LP) y el Método de Medición Integrada de la Pobreza (MMIP) (Cuéllar, 1995; Torres, 1995; Hernández, 2001) (1), que van enfocados especialmente a identificar los umbrales cuantitativos en referencia a quién se puede considerar pobre y quien no (Boltvinik, 2001), para lo cual se toman en cuenta desde los niveles de ingresos, hasta la insatisfacción de necesidades básicas. En estos aspectos se han enfrascado las polémicas, sobre si lo uno o lo otro puede determinar el umbral, o si se tienen que hacer modelos más complejos que incluyan también características contextuales como la riqueza de la nación, etc. Esto con la finalidad de generar un consenso numérico en cuanto a la magnitud "real" de la pobreza, y así generar mejores programas para combatirla. En este punto, muchos investigadores convergen, es decir, en generar un consenso en cuanto a dicho umbral y en la necesidad de combatir a la pobreza (tanto quienes están a favor del modelo neoliberal, como quienes están en contra). Mientras tanto, la crítica que se ha hecho al modelo neoliberal es que ha causado mayor pobreza y marginación a la mayoría de la humanidad que beneficios. Esto es que la tesis del goteo, planteada por Simon Kuznetz (2), no se ha comprobado eficientemente (Campos, 1995; Cuéllar, 1995) (3). Esto por mencionar algo sobre la lucha entre ideologías de izquierda y derecha, que no es nuestro tema principal, pero que más adelante retomaremos.

Por otro lado, las búsquedas de caracterización de la pobreza desde una visión más sociológica apuntan hacia las relaciones entre los conceptos de marginalidad, demografía y exclusión. Aquí comienza a tomar poca complejidad el abordaje del fenómeno. En ese sentido, se han trabajado geografías de la marginalidad para regionalizar la pobreza (Torres, 1995; Boltvinik, 2001), se han hecho investigaciones donde los resultados han arrojado que un factor importante es el alto índice de crecimiento demográfico, y que éste es mucho más elevado en las regiones indígenas (Campos, 1995). En este punto surge una discusión sobre si la dinámica demográfica es lo que determina la pobreza o ésta determina la dinámica demográfica (Cuéllar, 1995), (4) Nosotros diríamos que es reciproco.

Pero, también se ha concebido a  la pobreza como una situación de anomia:

(...) que se manifiesta por una capacidad de la pobreza de retroalimentarse y por la constitución, inclusive de "una cultura de la pobreza" caracterizada por la apatía, el desinterés en la cohesión e integración social, y otros factores que afectan la socialización. (Torres, 1995)

Esta intervención nos introduce ya hacia la visión antropológica, y también nos hace recordar que hace medio siglo, desde la antropología, los trabajos de Oscar Lewis trataron de dar un trato más cualitativo al tema y su postura no distaba mucho de la anterior cita. Es decir, en la medida en que para él la pobreza creaba por sí misma una subcultura; supuso la existencia de la cultura de la pobreza:

La pobreza viene a ser el factor dinámico que afecta la participación en la esfera de la cultura nacional creando una subcultura por sí misma. Uno puede hablar de la cultura de la pobreza, ya que tiene sus propias modalidades y consecuencias distintivas sociales y psicológicas para sus miembros. Me parece que la cultura de la pobreza rebasa los límites de lo regional, de lo rural y urbano, y aún de lo nacional. (Lewis, 1961: 17)

Así la pobreza se configura de tal modo que parece ser un patrón de comportamiento mundial, a tal grado que se mira como una cultura de clase internacional, a partir de la apatía a la participación social en el progreso modernizador.

A estas alturas, parece pertinente aclarar nuestra postura y comenzar a analizar la concepción de la pobreza de una manera más compleja. Si bien es cierto que un análisis cuantitativo es interesante, también es cierto que ello no agota la caracterización del fenómeno y mucho menos si no se analiza cualitativamente. Nuestro énfasis se centra en la postura constructivista, en el sentido en que los fenómenos se construyen de determinada manera dependiendo el contexto, y para ello es importante tomar en cuenta los significados que se atribuyen a las experiencias en el mundo que hemos construido. La pobreza se ha construido social e históricamente y ha tenido una variación en su significación dependiendo de las culturas y las épocas. Es decir, la significación del término es relativa a su contexto.

Podríamos tomar en cuenta lo siguiente: El sentido filantrópico de la pobreza ha dominado en muchas etapas de la historia (Cuéllar, 1995), especialmente antes de la revolución industrial; su significado se ligaba al de honradez, a una forma de vida modesta, y no a la insatisfacción de necesidades, al hambre, a la desestabilización económica y a la apatía antimodernista, incluso era a los ricos a quién se miraba con cuestionamientos, y en un sentido negativo. En general el término de pobreza era significado de virtud (no de miseria o vergüenza) y tenía un sentido hasta cierto grado positivo. Esta visión es más generalizada en culturas no occidentales, y todavía subyace en algunas o en lo que queda de algunas de ellas. El significado antiguo que se tenía de la pobreza hace al menos un siglo era hasta cierto punto aceptable en muchas sociedades, en ese sentido la pobreza podía distinguirse muy bien de la miseria, y la marginalidad se ligaba más a ésta que a la pobreza. Ahora la situación es que la distancia de significado entre ambas es muy estrecha, y se confunde pobreza con miseria (Franco, 1996), y se margina a los pobres en la medida en que son miserables y no reproducen patrones de comportamiento opulentos y de consumismo hedonista. Pero, ¿cómo es que los significados de los conceptos cambian o se reinventan?

Contextos y discursos de la pobreza

A partir de la expansión mundial de la industrialización masiva, pero sobre todo de la consolidación de la globalización económica e informática, el discurso de la realidad económica superó al de la realidad política, por ejemplo, el libre mercado restó responsabilidad a las políticas sociales proteccionistas de los gobiernos. Esto generó que el discurso cotidiano se transformara y adaptara a los intereses de "la empresa". El discurso empresarial comenzó a tomar mayor legitimidad y a popularizarse cada vez más. Muchos políticos y los medios masivos de comunicación también adoptaron este discurso. Para Marcelo Arnold (5), en la sociedad contemporánea, los sistemas sociales se fragmentan en más sistemas sociales con su propia realidad discursiva. Así, existen los dominios de la realidad económica, la realidad política o la científica. La epistemología constructivista plantea que la realidad se construye mediante procesos intersubjetivos (Berger y Luckman, 1972), que no existen conocimientos objetivos (Segal, 1994; Glasersfeld, 1995), sino que son objetivaciones de los procesos subjetivos de la experiencia. En ese sentido no existe una realidad independiente del sujeto (Segal, 1994). Por lo tanto el conocimiento sobre nuestra realidad no es un descubrimiento, sino una invención, una construcción. Tal construcción de nuestra realidad se realiza socialmente mediante procesos comunicativos, el lenguaje. El lenguaje es lo que estructura la interpretación de las experiencias, lo que determina nuestro pensamiento (Berger y Luckman, 1972; Segal, 1994).El dominio de la explicación de la realidad, en tiempos de globalización informática y económica, necesariamente incorpora el discurso de los sistemas económicos, y éste ha rebasado por mucho el discurso político o científico. Así al comunicarse y aceptarse las explicaciones sobre determinados fenómenos, como el caso de las explicaciones sobre la pobreza desde el discurso económico, se va construyendo una significación con el cual se piensan como reales, y dan una funcionalidad al sistema explicativo que se sostiene por sí mismo (6). De esta manera, y en ese contexto de globalización, comenzó a redefinirse el concepto de la pobreza, en la medida en que se convierte en un concepto con un significado de sentido común haciendo que la visión moderna tome una actitud negativa hacia la pobreza. Hay que tomar en cuenta que el sentido común constituye todo un sistema cultural (Geertz, 1994). El desarrollo modernizador de la globalización ha exaltado la valoración de la competencia (principio empresarial) sobre el de la cooperación, en pro de una ideología progresista, lo cual modifica muchos aspectos culturales locales, sobre todo en sociedades no occidentales, por ejemplo las comunidades campesinas en México.

Los pobres no han podido integrarse bien al funcionamiento del modelo "único" (7) de la globalización porque no consumen lo necesario para dejar de serlo. Lo anterior, entre otras cosas, ocasiona que los pobres se vean cercados y en efecto arrastrados hacia la miseria y el hambre. En la era de la globalización el consumo (cultural y económico), ya no el ingreso ni la satisfacción de necesidades básicas, está determinando el significado y el nivel de pobreza, en la medida en que el modelo de calidad de vida de la opulencia se globaliza y domina en la explicación de la realidad mundial. El significado moderno de la pobreza también se ha globalizado. La opulencia ya no se restringe sólo a lo económico, se expresa en aspectos más culturales, la forma de vida de la cultura empresarial global en boga produce una significación de la pobreza contraria a ella. Así, la diferencia entre las antiguas formas de marginalidad y las nuevas, está determinada por el acceso a esta cultura del consumismo hedonista. Es decir, mientras que anteriormente la marginalidad se definía en relación con la restricción a los bienes y servicios, ahora es la restricción al acceso de la forma de vida de la opulencia cultural moderna lo que la define. En este punto podemos decir que la marginalidad social contemporánea tiene una relación directa con el significado también contemporáneo de la pobreza y con la miseria como consecuencia. Es necesario jugar con los conceptos de marginalidad, miseria, y pobreza.

Nuestra postura expresa una renuncia a la investigación de la simplicidad lineal que mira los fenómenos desde su propio marco cultural sin tomarlo en cuenta (incluso sin verlo), por un lado, y por otro lado, a la inviabilidad del combate a la pobreza a la manera que implica ideológicamente. Su discurso propone la acumulación de capitales a base de la explotación excesiva de recursos naturales, y sólo así, con esa acumulación de más riqueza, los pobres tendrán algún día acceso a ella. Pero, si  académicos, investigadores, economistas, políticos, etc., están aceptando este argumento, lo que se podría estar aceptando es generalizar el modo de vida consumista innecesario, hedonista. Tal solución es, en la práctica, inviable. Elevar ese nivel de vida a la cuarta parte de la humanidad equivale a agotar los recursos naturales del planeta (Franco, 1996).

El término pobreza se ha asimilado ya desde el discurso global sólo como una causa de desestabilización, atraso, etc., y no como un efecto. Incluso los modelos de desarrollo sustentable a veces se han planteado como forma de combatir la pobreza (Torres, 1995; Campos, 1995), aunque para nosotros sus objetivos no son esos. La frase combate a la pobreza, nacida dentro del sistema de la política empresarial, implica ya su ideología y por lo tanto su manera de conducirse. Por lo anterior, nosotros diríamos que el problema se tiene que plantear de otra forma. Para comenzar podemos re-pensar el significado de la pobreza por sobre nuestra cultura, sea o no occidental y moderna, donde también existen los valores sobre el bienestar, la calidad de vida, la salud, los derechos humanos, etc., porque existe también la posibilidad de caer en un romanticismo sobre de la pobreza. Pero, lo que se plantea, no quiere decir que tengamos que ignorar el contexto, sino más bien reconocerlo con todos los sesgos (o filtros) que aporta a nuestra interpretación de las experiencias del mundo. Nos podemos acercar a esta perspectiva si tomamos en cuenta el enfoque constructivista y asumiendo la complejidad que implica, haciendo observaciones sobre las observaciones (8), es decir, observar cómo observamos.

La pobreza extrema y la miseria no son en sí una causa sino efectos de los modelos sociales en crisis. La complejidad de la sociedad contemporánea no está siendo asumida como tal, y en el afán de "progresar" sólo se miran las causas de la obstaculización a ello; sin mirar tampoco los efectos del sistema social que predomina. Mucho menos se concibe la idea de que las causas de crisis a su vez pueden ser los propios efectos, y en esa relación compleja las formas de proceder tradicionales (simplistas) no tienen mayor coherencia ya con la realidad.

El desarrollo sustentable sirve no para combatir la pobreza, sino para replantear y construir los mecanismos alternativos de acción colectiva en la compleja sociedad contemporánea (Estrada y Hernández, 2002). Por eso el combate no debería ser a la pobreza, sino a los mecanismos sociales que la generan (práctica y discursivamente), y que esa solución no se traduzca en más consumismo hedonista. Por este motivo la propuesta no tiene que seguir reproduciendo ese discurso simplificador. Una propuesta viable implica la reconstrucción de significados sociales en términos de lo que se concibe como calidad de vida. Sería reconstruir el discurso sobre los modos de vida de "moderados (9) en el consumo y la opulencia", de respeto por los recursos naturales. Esto no quiere decir que todos tengamos que vivir felices en la miseria, sino que podamos satisfacer todas nuestras necesidades dignamente y encaminarnos hacia una visión menos consumista y a la vez sostenible, reconociendo que la calidad de vida debe ser interpretada también en relación con el desarrollo intelectual. Una vía accesible a esto sí es el modelo de desarrollo sustentable, que retoma el interés por conservar los recursos naturales y la producción no necesariamente industrializada, de una manera que puedan sostenerse los recursos y una manera digna de vivir, la cual no necesariamente tiene que calificarse de "pobre", ya que es un término con una gran carga valorativa.

(...) los recursos y capacidades en manos de la población pobre del planeta, que el mercado condena por no competitivos, parecen tener mayor grado de eficiencia energética autosustentable y adaptabilidad y menos agresividad con la naturaleza (menos desechos no biodegradables, por ejemplo). (Franco, 1996)

En la opinión de Joel Simon, la cosmovisión de los pueblos prehispánicos en América, era de un gran respeto por la naturaleza y no se tenía la necesidad de la explotación excesiva de los recursos naturales (Simon,1998). Esa es la visión que subyace en las comunidades campesinas tradicionales, y que hoy son despreciadas, marginadas y olvidadas por el modelo globalizador, porque no compiten a escalas mundiales de mercado (pero aun así son dependientes de este). El trabajo de los campesinos toma poco valor para el paradigma modernizador en la medida en que no acceden a niveles de consumo y producción de las grandes industrias.

La pobreza es una categoría social; es más una adscripción identitaria que la cultura que planteaba Oscar Lewis, su significado se asoció a una situación de vida en varias sociedades, y se adhirió al sentido común de la cultura moderna progresista (el desarrollo modernizador progresista demanda modos de vida modernos; eso tiene más pretensión de ser una cultura global, en la medida en que emerge como ideología y sistema de valores políticos, morales, etc.). La pobreza ha sido concebida simplistamente, desde una antropología producida dentro de este sistema cultural, como una "cultura anómica", por la supuesta apatía hacia la participación en el progreso moderno. La aculturación hacia la modernidad produjo una significación de la pobreza ligada a las formas de vida no exuberantes, como puede ser la carencia de artículos modernos como casas, autos, servicios, comida, ropa, el lenguaje, la ideología; o incluso las relaciones sociales y afectivas, donde la demostración de amor se puede hacer a través de regalar un objeto de moda que se compra. Lo que Oscar Lewis estaba viendo eran fragmentos de distintas culturas no consumistas que subyacen a la modernización y que ésta calificó de pobreza. Tal contexto filtraba su propia percepción. Lewis trató de elevar una categoría social, como la de pobreza, al rango de cultura; confrontó Pobreza versus Modernidad, sin que estas categorías tuvieran susceptibilidad a un mismo nivel de análisis sociocultural. Las situaciones de vida de las que él hablaba (pobres), no reflejan en sí una estructura cultural, sino la concepción de lo que se construyó como "pobreza" dentro de su propia cultura (moderna). Esto marcó la pauta para la construcción social de la nueva pobreza, como "un descubrimiento" de una cultura, que después en el marco de la globalización tendría que combatirse en pro del progreso de la humanidad...

Bibliografía

Berger, P. y Luckman, T. (1972) La construcción social de la realidad. Amorrortú, Buenos Aires.

Boltvinik, J. (2001) Opciones metodológicas para medir la pobreza en México. En Comercio Exterior. El calculo de la pobreza. Alimentación y nutrición. Vol. 51, Núm. 10, México D.F.

Campos, J. (1995) ¿Qué hacemos con los pobres?. Aguilar, México D.F.

Cuéllar, O (1995) Perspectivas en el estudio de la pobreza. Entrevista con Julio Boltvinik, Fernando Cortés y Rosa María Rubalcava. En Sociológica. Pobreza, condiciones de vida y políticas sociales, Año 10, Núm. 28, UAM-A, México D.F.

Estrada, M.; Hernández, R. (2002) La construcción social de la  pobreza rural en el marco de la globalización. Tesis de licenciatura no publicada, Departamento de Sociología, UAM-Iztapalapa.

Franco, J. (1996) Apología de la pobreza. D. E.: http://www.cs.unb.ca/~alopez-o/politics/apología.html

García-Canclini, N. (1999) La globalización imaginada. Paidós, México D.F.

Geertz, C. (1994) Conocimiento local: ensayos sobre la interpretación de las culturas. Paidós, Barcelona.

Glasersfeld, E. von (1995) "Despedida de la objetividad". En: Watlzawick, P.; Krieg, P. (comps.) El ojo del observador. Gedisa, Barcelona.

Hernández, E. (2001) Retos para la medición de la pobreza en México. En Comercio Exterior. El calculo de la pobreza. Alimentación y nutrición. Vol. 51, Núm. 10, México D.F.

Lewis, O. (1961) Antropología de la pobreza. Fondo de Cultura Económica, México D.F.

Segal, L (1994) Soñar la realidad. El constructivismo de Heinz von Foerster. Paidós, Barcelona.

Simon, J. (1998) México en riesgo. Un medio ambiente al borde del abismo. Diana, México D.F.

Torres, G. (1995) Pobreza rural, Exclusión y superación y políticas y actores sociales. En Sociológica. Pobreza, condiciones de vida y políticas sociales. Año 10, Núm. 28, UAM-A, México D.F.

Notas

(*) Retomado de nuestra tesis de licenciatura La construcción social de la pobreza rural en el marco de la globalización (2002).

1) Julio Boltvinik, profesor-investigador del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México, entrevistado por Oscar Cuéllar, profesor-investigador del Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Azcapotzalco

2) Según la cual a mediano plazo aumentaría la desigualdad y la pobreza, pero, a largo plazo la riqueza acumulada de los que disponían de capitales se derramaría sobre todos los sectores sociales. Julieta Campos (1995) ¿Qué hacemos con los pobres?

3) Fernando Cortés, profesor-investigador de El Colegio de México, entrevistado por Oscar Cuéllar.

4) Rosa María Rubalcava, profesora investigadora de El colegio de México, en la misma entrevista.

5) En el seminario Desafíos epistemológicos del constructivismo-sistémico que impartió el Dr. Marcelo Arnold Cathalifaud, de la Universidad de Chile, en la UAM Iztapalapa del 24 al 26 de abril de 2002.

6) En la teoría de sistemas, los sistemas sociales autopoiéticos están relacionados con otros sistemas, pero son autoproducibles y se sostienen por sí mismos. Es decir son sistemas en constante autoproducción de mecanismos para sus sostenimiento. Marcelo Arnold Cathalifaud (2002), en el seminario citado.

7) Nestor García Canclini, se refiere a la globalización como un modelo que se planteó como único, homogeneizador e incluyente. La globalización imaginada. (1999).

8) También llamadas desde el constructivismo "observaciones de segundo orden, y así sucesivamente".

9) Entendidos estos como contrario al consumismo hedonista de artículos innecesarios para la reproducción y desarrollo intelectual, social y cultural, y que no menosprecia los avances tecnológicos.