Este artículo explora la idea de que la comunicación social opera de manera acoplada con las conciencias de los seres humanos –pero no es generada por ellas–, y utiliza como ejemplo al reformador alemán Martín Lutero. El traslape de operaciones de la conciencia y de operaciones comunicativas –interpenetración– se hace posible por la distinción persona/actor, que se actualiza en la comunicación mediante esquemas (el esquema persona y el esquema actor), el llamado buzón postal Martín Lutero. La postura de Lutero ante las principales controversias en que participó –las rebeliones campesinas (anabaptismo radical), el libre albedrío y el debate sacramental–, marcó el futuro de su movimiento de Reforma y estuvo orientada decisivamente por el esquema persona. El esquema persona y el esquema actor también permite diferenciar entre Lutero/persona y el luteranismo/doctrina.